¿ESENCIAS?: Las palabras se van sucediendo una tras otra mientras lees; las frases forman imágenes en tu cerebro y, de repente, descubres aquéllas que te transmiten algo más que significado: sensaciones y emociones, abstraen tu mente de la realidad y se convierten para ti en una esencia. Breve, condensada y perceptible a través de tus sentidos.

¿FRAGMENTOS?:
Mientras relees esas últimas frases buscas un lápiz y marcas sobre el libro esas palabras. O las anotas sobre un trozo de papel. O, sin saber que luego no recordarás qué significa ese gesto, doblas un extremo de la hoja tratando de retener en la memoria ese fragmento.

sábado, 22 de septiembre de 2012

"...Sin embargo, las historias eran diferentes: cobraban vida al contarlas. Sin una voz humana que las leyera en voz alta o un par de ojos bien abiertos que las siguieran a la luz de una linterna bajo la manta, no tenían una existencia real en nuestro mundo. Eran como semillas en el pico de un pájaro, esperando caer en la tierra, o como las notas de una canción escrita en una partitura, deseando q...
ue un instrumento las conviertiese en música. Yacían dormidas, a la espera de una oportunidad para despertarse. Cuando una persona empezaba a leerlas, podían empezar a cambiar, podían echar raíces en la imaginación y transformar al lector. La madre de David le susurraba al oído que las historias querían que alguien las leyese, que lo necesitaban, porque era lo que las hacía salir de su mundo para entrar en el nuestro: querían que les diésemos vida."
EL LIBRO DE LAS COSAS PERDIDAS, de John Conolly

lunes, 17 de septiembre de 2012

"Te quitabas la faja de la cintura, te arrancabas las sandalias, tirabas a un rincón tu amplia falda, de algodón, me parece, y te soltabas el nudo que te retenía el pelo en una cola. Tenías la piel erizada y te reías. Estábamos tan próximos que no podíamos vernos, ambos absortos en ese rito urgente, envueltos en el calor y el olor que hacíamos juntos. Me abría paso por tus caminos, mis manos en tu
cintura encabritada y las tuyas impacientes. Te deslizabas, me recorrías, me trepabas, me envolvías con tus piernas invencibles, me decías mil veces ven con los labios sobre los míos. En el instante final teníamos un atisbo de completa soledad, cada uno perdido en su quemante abismo, pero pronto resucitábamos desde el otro lado del fuego para descubrirnos abrazados en el desorden de los almohadones, bajo el mosquitero blanco. Yo te apartaba el cabello para mirarte a los ojos. A veces te sentabas a mi lado, con las piernas recogidas y tu chal de seda sobre un hombro, en el silencio de la noche que apenas comenzaba. Así te recuerdo, en calma.

Tú piensas en palabras, para ti el lenguaje es un hilo inagotable que tejes como si la vida se hiciera al contarla. Yo pienso en imágenes congeladas en una fotografía. Sin embargo, ésta no está impresa en una placa, parece dibujada a plumilla, es un recuerdo minucioso y perfecto, de volúmenes suaves y colores cálidos, renacentista, como una intención captada sobre un papel granulado o una tela. Es un momento profético, es toda nuestra existencia, todo lo vivido y lo por vivir, todas las épocas simultáneas, sin principio ni fin. Desde cierta distancia yo miro ese dibujo, donde también estoy yo. Soy espectador y protagonista. Estoy en la penumbra, velado por la bruma de un cortinaje traslúcido. Sé que soy yo, pero yo soy también éste que observa desde afuera. Conozco lo que siente el hombre pintado sobre esa cama revuelta, en una habitación de vigas oscuras y techos de catedral, donde la escena aparece como el fragmento de una ceremonia antigua. Estoy allí contigo y también aquí, solo, en otro tiempo de la conciencia. En el cuadro la pareja descansa después de hacer el amor, la piel de ambos brilla húmeda. El hombre tiene los ojos cerrados, una mano sobre su pecho y la otra sobre el muslo de ella, en íntima complicidad. Para mí esa visión es recurrente e inmutable, nada cambia, siempre es la misma sonrisa plácida del hombre, la misma languidez de la mujer, los mismos pliegues de las sábanas y rincones sombríos del cuarto, siempre la luz de la lámpara roza los senos y los pómulos de ella en el mismo ángulo y siempre el chal de seda y los cabellos oscuros caen con igual delicadeza.

Cada vez que pienso en ti, así te veo, así nos veo, detenidos para siempre en ese lienzo, invulnerables al deterioro de la mala memoria. Puedo recrearme largamente en esa escena, hasta sentir que entro en el espacio del cuadro y ya no soy el que observa, sino el hombre que yace junto a esa mujer. Entonces se rompe la simétrica quietud de la pintura y escucho nuestras voces muy cercanas.

- Cuéntame un cuento –te digo.
- ¿Cómo lo quieres?
- Cuéntame un cuento que no le hayas contado a nadie. "

-- Extraído de CUENTOS DE EVA LUNA, de Isabel Allende --

jueves, 13 de septiembre de 2012

"Había una vez una mujer cuyo oficio era contar cuentos. Iba por todas partes ofreciendo su mercadería, relatos de aventuras, de suspenso, de horror o de lujuria, todo a precio justo. Un mediodía de agosto se encontraba en el centro de una plaza, cuando vio avanzar hacia ella un hombre soberbio, delgado y duro como un sable. Venía cansado, con un arma en el brazo, cubierto del polvo de lugares dis
tantes y cuando se detuvo, ella notó un olor de tristeza y supo al punto que ese hombre venía de la guerra. La soledad y la violencia le habían metido esquirlas de hierro en el alma y lo habían privado de la facultad de amarse a sí mismo. ¿Tú eres la que cuenta cuentos?, preguntó el extranjero. Para servirte, replicó ella. El hombre sacó cinco monedas de oro y se las puso en la mano. Entonces véndeme un pasado, porque el mío está lleno de sangre y de lamentos y no me sirve para transitar por la vida, he estado en tantas batallas, que por allí se me perdió hasta el nombre de mi madre, dijo. Ella no pudo negarse, porque temió que el extranjero se derrumbara en la plaza convertido en un puñado de polvo, como le ocurre finalmente a quien carece de buenos recuerdos. Le indicó que se sentara a su lado y al ver sus ojos de cerca se le dio vuelta la lástima y sintió un deseo poderoso de aprisionarlo en sus brazos. Comenzó a hablar. Toda la tarde y toda la noche estuvo construyendo un buen pasado para ese guerrero, poniendo en la tarea su vasta experiencia y la pasión que el desconocido había provocado en ella. Fue un largo discurso, porque quiso ofrecerle un destino de novela y tuvo que inventarlo todo, desde su nacimiento hasta el día presente, sus sueños, anhelos y secretos, la vida de sus padres y hermanos y hasta la geografía y la historia de su tierra. Por fin amaneció y en la primera luz del día ella comprobó que el olor de la tristeza se había esfumado. Suspiró, cerró los ojos y al sentir su espíritu vacío como el de un recién nacido, comprendió que en el afán de complacerlo le había entregado su propia memoria, ya no sabía qué era suyo y cuánto ahora pertenecía a él, sus pasados habían quedado anudados en una sola trenza. Había entrado hasta el fondo en su propio cuento y ya no podía recoger sus palabras, pero tampoco quiso hacerlo y se abandonó al placer de fundirse con él en la misma historia…”

-- Extraído de EVA LUNA, de Isabel Allende --

¿Qué queréis...? Me gustó mucho ese libro :)

Ana
"Preparé un café negro y me instalé ante la máquina, tomé una hoja de papel limpia y blanca, como una sábana recién planchada para hacer el amor y la introduje en el rodillo. Entonces sentí algo extraño,como una brisa alegre por los huesos, por los caminos de las venas bajo mi piel. Creí esa página me esperaba desde hacia veintitantos años,que yo había vivido sólo para ese instante, y quise que a partir de ese momento mi único oficio fuera atrapar las historias suspendidas en el aire más delgado para hacerlas mías".
 

-- Extraído de EVA LUNA, de Isabel Allende --

Ana

miércoles, 12 de septiembre de 2012

- Ausencia de Dios.

Digamos que te alejas definitivamente
hacia el pozo de olvido que prefieres,
pero la mejor parte de tu espacio,
en realidad la única constante de tu espacio,
quedará para siempre en mí, doliente,
persuadida, frustrada, silenciosa,
quedará en mí tu corazón inerte y sustancial,
tu corazón de una promesa única
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.

Después de ese dolor redondo y eficaz,

pacientemente agrio, de invencible ternura,
ya no importa que use tu insoportable ausencia
ni que me atreva a preguntar si cabes
como siempre en una palabra.

Lo cierto es que ahora ya no estás en mi noche

desgarradoramente idéntica a las otras
que repetí buscándote, rodeándote.
Hay solamente un eco irremediable
de mi voz como niño, esa que no sabía.

Ahora que miedo inútil, qué vergüenza

no tener oración para morder,
no tener fe para clavar las uñas,
no tener nada más que la noche,
saber que Dios se muere, se resbala,
que Dios retrocede con los brazos cerrados,
con los labios cerrados, con la niebla,
como un campanario atrozmente en ruinas
que desandara siglos de ceniza.

Es tarde. Sin embargo yo daría

todos los juramentos y las lluvias,
las paredes con insultos y mimos,
las ventanas de invierno, el mar a veces,
por no tener tu corazón en mí,
tu corazón inevitable y doloroso
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.
Mario Benedetti.

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Porque cuando se trata de poesía...

A.

martes, 11 de septiembre de 2012

DESDE EL PRINCIPIO...

Mis hábitos de lectura han ido variando con los años. De pequeña detestaba tener que hacerlo, aún recuerdo a mi madre hablándome de mi amiga Cristina y diciéndome lo mucho que ella leía y que yo debería también hacerlo. "¿Por qué?" "Porque es bueno y se aprende mucho".  Yo no terminaba de entender qué se podía aprender si en los libros todo era inventado, pero lo cierto es que así fue como me adentré en el mundo "El duende verde" y  "El barco de vapor", una editorial que hacía estragos en aquella época y vendía los libros por colores según tu edad: empezabas leyendo los de color blanco, más adelante los naranjas... y cuando llegabas a los rojos era ya toda una mujercita (u hombrecito). He de decir que lo que empezó siendo una obligación se convirtió al poco tiempo en una de mis mayores aficiones en aquella época. Me pregunto si mi madre llegó a arrepentirse de su afán por hacerme leer cuando no paraba de pedirle libros nuevos... Recuerdo la única librería que había en el barrio en aquellos años y cómo yo entraba ilusionada, cogía la escalera y empezaba a mirar las entanterías para ver cuál de aquellos libros sería el que me compraría ese verano.
Evidentemente, mis gustos literarios fueron variando y pasaron de cuentos de piratas y vampiros que se enamoraban de preadolescentes humanas (y no hablo de "Crepúsculo", aún no había llegado...), a novelas sobre un grupo de chicos y chicas que vivían en un internado, sobre adolescentes americanas y no sé qué cosas más. Nunca he sido especialmente exquisita con la literatura, no me puedo considerar una erudita en el tema, simplemente leía (o devoraba, según la época) todo aquello que se me ponía por delante.
Como os decía, mis hábitos de lectura han ido variando, no siempre he sido una lectora voraz. Lo cierto es que desde hace unos años terminar una novela me ocupa mucho más tiempo que antes, supongo que la tecnología ocupa un espacio importante en mi vida (quizás demasiado) y si antes podía pasarme horas leyendo por las noches, durante los últimos años no podía más que leer 10 minutos sin caer rendida. Sin embargo, creo que casi siempre he encontrado fragmentos de libros que me han llamado la atención de una manera especial, que he subrayado, anotado... y después olvidado en algún cajón. A veces cuando los he vuelto a encontrar he vuelto a sentir lo mismo que la primera vez que lo leí, otras veces no.
En los últimos dos meses he topado con un par de libros que han logrado absoverme como hace tiempo no me sucedía. He vuelto a recrearme en sus personajes, sus escenarios y sus vidas, y también he descubierto nuevos "fragmentos que coleccionar".
Facebook, que muy a mi pesar ha terminado formando parte de mi vida, ha sido esta vez el receptor de esos textos. De ahí la idea de crear este blog, un lugar donde poder poner en orden esos pequeños tesoros y donde poderlos compartir.
Desearía que éste no fuera un blog creado exclusivamente por mí, sino que me gustaría poder compartir también vuestras "esencias y fragmentos", frases, cuentos breves, recomendaciones y comentarios, si así lo queréis, y crear un espacio a nuestro aire. El idioma y estilo corre de vuestra cuenta, ya nos apañeremos o pediremos traducción :)
Espero leeros pronto por aquí.